3 min read

Una utilidad sobre programación que he aprendido leyendo la Biblia

Salomón, según la Biblia, fue un rey de Israel al que un día se le presentaron dos mujeres discutiendo sobre si un bebé era de una o de otra.

Como no se ponían de acuerdo, Salomón ordenó matar al niño, partirlo en dos y dar una mitad a cada una.

Una de ellas estuvo de acuerdo. La otra dijo que no, que no mataran al niño y se lo dieran a la otra.

Gracias a esto, Salomón supo actuar adecuadamente y acertó con su decisión final. Una prueba más su sabiduría.

A Salomón se le atribuye el Cantar de los cantares. Un poema que hay en la Biblia.

¿De qué va?

Pues no se sabe.

Puede ir de un diálogo entre Dios y el pueblo, que se aman.

Hay gente que dice que es un diálogo entre Cristo y la Iglesia. Que también se aman.

Pero oye.

Si lo lees, parece es un diálogo entre un chico y una chica que se dan besitos. Y que se aman también.

Un lío así no es práctico. ¿Lees un texto y para unos dice una cosa y para otros otra?

Esto en programación no pasa.

Porque el código, escrito de principio a fin, no admite interpretaciones

Puede costar entenderlo, sí. Pero no hay ambigüedad. Si dos personas tienen los conocimientos para entenderlo, no se pueden contradecir en su interpretación.

¿Alguna vez te has encontrado con un fichero de Excel que tiene datos pegados en las celdas y tu sensación es del tipo “de dónde cñ vendrá este número”?

Y te quedas con la duda. No das con el dato bueno. En un Excel aparece un número, en un PowerPoint otro distinto, y ni idea de cómo han llegado de uno a otro.

Que un poema dé lugar a varias interpretaciones no supone mucho problema, en general.

Pero que unos datos no se sepa de dónde se han sacado… puff. ¿Te imaginas una diferencia de un millón de euros, por ejemplo, entre un documento y otro?

Parece mucho. Pero me ha pasado. ¿Te ha pasado a ti?

Y todo por culpa de la ambigüedad.

Si quieres que en tu trabajo esté claro de dónde vienen los datos y qué se hace con ellos, un código de programación puede serte útil.

Si no sabes cómo hacerlo realidad, escríbeme, me cuentas tu situación, y te digo cómo lo veo.

Quién sabe. Igual te gusta mi idea y quieres que colaboremos.

Quién sabe.

P.D. Puedes responderme a este correo, me cuentas en qué andas y entre los dos vemos cómo evitamos problemas de interpretación. Como los del Cantar de los cantares.




Si te ha gustado esto, te gustarán mis correos. Para recibirlos te suscribes aquí: