Ayer te hablé de la segunda parte de Red Dead Redemption, una de las mejores ficciones que se han escrito.
La primera parte narra los últimos años en la vida de John Marston, un vaquero del Oeste a comienzos del siglo XX.
Su compañero criminal, Arthur Morgan, dio su vida por él. Para que pudiera huir y tener una vida diferente.
Le dio la oportunidad para cambiar quién era.
Y Marston la aceptó.
Dejó el mundo criminal y se dedicó a una vida tranquila, familiar, humilde y legítima.
Pero que cambies no gusta a todo el mundo.
Porque hay personas que viven de que tú sigas siendo quién eres.
Si todo el mundo supiera inglés, no habría profesores de inglés. Y tendrían que buscarse otro trabajo.
A comienzos de siglo, una agencia de seguridad privada, Pinkerton, se dedicaba a cazar criminales como Morgan y Marston.
Si los criminales desaparecían, se quedaban sin trabajo.
Y nadie quiere quedarse en el paro.
Así que los Pinkerton hacen lo posible para que nuestro protagonista no abandone esa vida criminal a la que perteneció.
Y así puedan cazarlo eternamente, y siempre tengan algo que justifique su salario.
Tu jefe no quiere que cambies.
Porque entonces no sabrá controlarte.
Y controlarte es lo que justifica su salario.
Si quieres aprender una herramienta diferente, de la que tu jefe no sabe nada, y que ayudará a que te controle menos, tienes más info en el link.