Si has estudiado alguna vez un idioma que no es el tuyo, en la primera clase te enseñarían a decir algo tipo “hola”.
Y luego a presentarte.
“Hola, me llamo Leonardo y me gusta el fútbol” (Era mentira pero no sabía decir otra cosa aún).
Tiene sentido.
El objetivo de las clases iniciales es que puedas usar lo que aprendes. No que te conviertas en un experto teórico de la lengua.
Para usar el idioma, te enseñan situaciones cotidianas: te presentas, cuentas tus gustos, a qué te dedicas… Lo primero que te enseñan NO es la oración pasiva o el subjuntivo.
Cuando lleves muchas clases, llegarás a eso. Pero al principio es “hola, me llamo pepito y soy de tal ciudad”.
Pues en programación no.
Cuando te matriculas en un curso de programación, lo primero que te enseñan es la oración pasiva, el subjuntivo… bueno, cosas equivalentes.
No te enseñan su aplicación.
Te transmiten los fundamentos teóricos y con tu pan te lo comas.
Si quieres aprender algo para aplicarlo en tu día a día, y te vienen con conceptos abstractos en el día 1, es normal que te horrorices y huyas.
Pero eso no significa que no puedas aprenderlo.
Significa que el orden en que aprendas las cosas debe ser otro.
Lo primero es realizar una tarea cotidiana con una herramienta nueva. Por ejemplo, saludar… bueno, eso sería en clases de idiomas.
Si estás trabajando con datos, una opción sería explorar filas en una tabla. O incluso una tabla dinámica. ¡A saco!
Oye, Leo, ¿para qué quiero yo hacer tablas dinámicas con un lenguaje de programación si ya las hago en Excel de maravilla?
¿Nunca te ha pasado que el Excel era tan tocho que te iba lento? ¿O que te pasaban un fichero con tantas filas que Excel las cortaba porque no cabían? ¿O te has cansado de dar al botoncito de “Actualizar tabla dinámica” porque te cambiaban los datos?
Si no hay pequeños obstáculos en tu trabajo con datos que te ofuscan de cuando en cuando, entonces todo bien.
Si sí los hay, probar nuevas herramientas te pueden descubrir un mundo nuevo. Porque además llegarás a hacer muchas más cosas que tablas dinámicas.
Pero claro, si aprendes un idioma no empiezas por el subjuntivo, empiezas por cosillas cotidianas. Así que si estudias programación, no empieces por los fundamentos teóricos: empieza por cosillas cotidianas.
La semana que viene te voy a ofrecer algo de material para que empieces a programar con una tarea cotidiana.
Te pediré algo a cambio.
No será dinero, pero te supondrá un esfuerzo.
Quizá no te compense.
P.D. Hay gente que defiende lo de enseñar a programar desde sus fundamentos en lugar desde el uso cotidiano que le dará el estudiante. Comparto ese enfoque si el estudiante quiere “aprender a programar”. Porque quizá el estudiante no tiene una tarea cotidiana en la que aplicarlo: solo busca aprender la disciplina. Ahora bien, ninguno de mis estudiantes en varios años ha querido “aprender a programar”, sino aplicarlo. Por eso nunca empiezo mis cursos por la estructura de la oración pasiva, sino por saludar.