No destaco en nada. No la lío mucho pero tampoco soy un fiera en nada.

Quizá te pase a ti también.

Te apañas con las cosillas que sabes. Y tiras adelante con ello.

A veces te toca hacer algo que se lo has visto hacer a otras personas y flipas. Compararte con los que destacan es un problema. Es como si te haces freelance y te quieres poner a la altura de Steve Jobs o Elon Musk.

Te frustras. Porque no te termina de ir tan bien como a ellos.

Es lo que tiene no destacar.

Eso sí, hay buenas noticias. Aunque no destaques, puedes tener herramientas a tu disposición y hacer un buen uso de ellas.

Quizá juegues al pádel. O toques el piano. O cocines. ¿Te llevas tupper a la oficina? Seguro que tienes un plato que sabes que te queda bien y te gusta llevártelo a la ofi. No destacarás, pero te queda bien.

Esa es la clave de lo que aprendes. No aprendes para destacar en un campo. Aprendes para llegar un poquito más lejos.

Cuando aprendes algo nuevo, sientes que eres una persona más completa.

Y se puede ir más allá. Incluso sin destacar: aplicar lo que aprendes.

¿Tienes la sensación de que tu jefe pasa de ti? Igual ni sabe lo que haces. Te tiene ahí, perdiendo el tiempo con ficheros Excel sin pies ni cabeza. Copiando y pegando tablas para unos informes que, en fin… a saber si sirven.

Si tuvieras más tiempo para aportar lo que sabes, para estudiar esos datos en lugar de tratar con ficheros imposibles, si ganaras algo de tiempo, le enseñarías a tu jefe lo que vales. Aportarías valor a esos datos y sacarías información útil.

Programar te simplifica el trabajo con esos ficheros. Para que tengas tiempo para dedicar a cosas útiles.

También sin destacar como programador. Es solo una herramienta. No hay que destacar.

Si te interesa programar, todos las semanas envío un email con ideas. O dos o tres. Para que aprenderlo sea llevadero.

Semana que no estás, consejo de programación que te pierdes.

Te das de alta con un click. Si no te gusta, te das de baja con otro.